Dos preguntas a Nestor Braunstein.

Gisela Avolio, responsable sección. Helga Fernández, editorial.

¿Cómo y cuándo descubrió el psicoanálisis?

Es sabido que avanzamos encubiertos, enmascarados. Por eso no descubrimos el psicoanálisis sino que el psicoanálisis nos descubre más allá de nuestras creencias y prejuicios.

A los tres años mi padre me enseñó a leer. A los cuatro, siguiendo el ejemplo de un tío estudiante de medicina y militante socialista, resolví que sería médico. Me avergonzaba decirlo y me sonrojaba cuando me preguntaban por lo que quería ser (mi deseo). A los doce supe del psicoanálisis (Selecciones del Reader’s Digest) y que quería ser psicoanalista. Al terminar ese año un tío comunista (desaparecido en 1977) le preguntó a mi madre qué podía regalarme para mis trece años. Ella respondió: las Obras Completas. de Freud que acababan de ser editadas por Santiago Rueda.

A los catorce entré a la Facultad de Medicina (Córdoba), militaba en el Partido Demócrata Progresista, mis ídolos eran Lisandro de la Torre, Dostoievsky y Freud. Quería conjuntar la política, el psicoanálisis, la medicina y la literatura. A los 18 entré a trabajar como ayudante alumno en el Hospital de Clínicas de Córdoba y a los 20 me recibí de médico. A los 25 terminé mi doctorado en medicina con una tesis sobre la hipocondría. Aprendí de mis pacientes cordobeses, guiado por maestros hostiles al psicoanálisis (cercanos al P.C.A., afines a la reflexología pavloviana). Me costó desprenderme y creo haber contribuido a que ellos también se desprendieran en el mismo sentido, a favor del psicoanálisis. A los treinta años -1971- inicié mi primer análisis (freudiano). En 1974 era ya ávido lector de Lacan.

Al terminar ese año tuve que exiliarme en México por creíbles amenazas de muerte para mí, mi mujer (y colega) Frida Saal y mi hija, Clea (5 años a la sazón) debidas a la repercusión de mi enseñanza y de mi formación freudiana en la Facultad de Psicología. Me calificaban como “agente de la subversión ideológica”. En 1975, ensamblando ese haber sido descubierto por el psicoanálisis y la compatibilidad entre éste y la militancia política gracias al artículo Freud y Lacan, de Althusser, publiqué, junto a otros compañeros de la docencia en Córdoba, Psicología: Ideología y Ciencia (México, Siglo XXI), prólogo de Marie Langer, que tuvo un enorme éxito editorial y se distribuyó y enseñó durante décadas en todos los países de Latinoamérica. Tuve después un análisis kleiniano y un análisis lacaniano con viajes a París. Seguía siendo descubierto por el psicoanálisis; sé que nunca acabaré mientras viva. Me consta que en esta trayectoria muchos compañeros y amigos fueron a su vez descubiertos y deslumbrados por la obra de Freud y su continuación lacaniana.

Me tocó ser pionero en México del psicoanálisis lacaniano: primeros analizantes, primer curso universitario, primer artículo, primer libro, fundador allí de la primera institución psicoanalítica dedicada al psicoanálisis lacaniano en intensión y en extensión. Cuarenta años después tuve que cambiar de país. Desde 2015 vivo en Barcelona, España .

¿Qué considera que el psicoanálisis puede aportar a nuestra contemporaneidad?

El psicoanálisis es, en cierto modo, hijo del ferrocarril, el telégrafo, el teléfono, el automóvil, las leyes de la termodinámica, el modelo liberal de ejercicio de la medicina. El ser sexuado, al hablar, se muestra como efecto de los dispositivos técnicos e institucionales que lo producen. En nuestros tiempos de neguentropía y negantropía, vivimos en la disrupción (Stiegler) temporal y espacial, desarraigados, desplazados por el paso de las sociedades de disciplina del siglo XX a las de control del XXI.

El sujeto del inconsciente no es ya el que se planta con su desconocimiento ante el mundo expuesto como espectáculo sino que él mismo es el espectáculo visto y controlado desde fuera del planeta por ojos y oídos que lo constituyen y lo destituyen de su deseo a través del soborno y la corrupción del principio del placer. Se vive más allá del cuerpo gozante, como mercancía entregada al goce de un Otro anónimo y ominisciente, desembarazado de la Ley.  Lo que era sólido se ha disuelto en el aire y se ha vuelto líquido (Bauman), inasible. El desplazamiento metonímico de la demanda con las correspondientes exigencias de eficiencia, inmediatez y despreocupación por las consecuencias del acto ha modificado las características clásicas (¿perimidas?) del amor, la responsabilidad y el cuidado por el otro que son los imperativos de la razón práctica. Las leyes no son promulgadas por cuerpos deliberativos sino por exigencias del movimiento del capital anónimo, sin rostro ni localización geográfica. El proceso de subjetivación ha sido desplazado del escenario familiar al de los dispositivos nanotecnológicos que instan a conjuntar “el instante de la mirada” con el “momento de concluir”, anulando el “tiempo para comprender”, hasta el punto de su evanescencia.  En ese ser constituido por el saber de la ciencia y por el comportamiento de los mercados el sujeto sigue siendo un objeto del deseo y del goce del Otro que son ahora más oscuros que nunca antes, que necesitan de las luces de la Ilustración. El psicoanálisis tiene la misma tarea de siempre: abrir paso a lo insabido, al inconsciente, pero en condiciones más difíciles pues debe sortear los atajos ofrecidos al sujeto mediante la química de drogas y fármacos, modelaciones de la conciencia y la conducta a través de “redes sociales” que niegan la articulación de lo singular con lo social, la proletarización de la vida con eliminación de las dimensiones onírica y fantasmática y la ciborgización del cuerpo que confía tanto la función intelectual como la acción manual a la producción ejecutada por robots. El aporte del psicoanálisis por el que se me pregunta, creo, debe obedecer a una promoción de la resistencia (Estética de la resistencia – Peter Weiss) y al avance de esa invención “mucho más terrible que la bomba atómica: la máquina de calcular” (Lacan, 1954) pero, ineluctablemente, a condición de servirse de ella, para poder ir más allá de ella.

“¿Qué puede aportar el psicoanálisis?”. Descubrir las cualidades potenciales del “ser sin atributos”, escuchar el síntoma entendiéndolo, haciéndolo entender y desentendiéndose de la misión de abolirlo: integrarse, en suma, al pensamiento (es decir, a la acción) de la crítica. Hacer valer la dimensión performativa y perlocutoria de su práctica en sintonía con las consignas de una socialdemocracia que debe ir más a fondo que las instituciones que usurpan su nombre.


img_8695Néstor A. Braunstein (1941) Psicoanalista. Su obra más importante: El goce. Un concepto lacaniano (publicado en México, Buenos Aires, Sâo Paulo, París y Nueva York). También es autor de Freudiano y Lacaniano y Traducir el psicoanálisis, entre otros tantos libros.
https://en.wikipedia.org/wiki/Néstor_Braunstein https://es.wikipedia.org/wiki/Néstor_Braunstein
y http://www.nestorbraunstein.com


gisela avolioGisela Avolio, actualmente trabaja como analista, es miembro fundadora de la Escuela Freudiana de Mar del Plata, y miembro de Fondation Européenne pour la Psychanalyse. Fue Residente de Psicología en el Htal. Subzonal especializado Neuropsiquiátrico Dr. Taraborelli (Necochea, Bs. As.). Dicta clases en las actividades de la Efmdp, y allí coordina el dispositivo Práctica psicoanalítica con Niños y Adolescentes, desde 2010; actualmente es docente y supervisora de la Residencia de Psicología Clínica de los Hospitales Provinciales de Necochea y Mar del Plata. Y dicta clase anualmente en Centre IPSI de Barcelona. Desempeña la práctica del psicoanálisis en el ámbito privado.

2 comentarios en “Dos preguntas a Nestor Braunstein.

  1. Muy interesante los comentarios de este psicoanalista, su deseo y circunstancias lo hizo recorrer latitudes, en esto de qué se diga, y qué siga renovándose la apuesta, de la transmisión del discurso del psicoanálisis. Gracias.

    Me gusta

Deja un comentario